3 ene 2012

De Niña a Mujer Con Mis Zapatos

Había una vez en un país muy muy lejano una niña que le encantaban los zapatos. Jugaba con los zapatos de su mamá, se los ponía y comenzaba a caminar acompañados por sus respectivos tropezones, las tallas de más no perdonan. Se imaginaba con ellos de mayor por la calle mientras todos miran fascinados por su gran elegancia y belleza, estaba claro que nadie tenía nada mejor que hacer. Los verdes bosque eran sus favoritos, pero los azules le gustaban cantidad y los rojos a más no poder.
Por ello, esa niña tenía unos zapatitos verdes que se lo ponía con su falda de vuelo del mismo color imaginándose ser una peonza, unos zapatitos azules que se los ponía con su vestidito celeste en los días especiales y unos zapatitos rojos que se ponía con su vestidito rojo para jugar a tomar el té con su mini vajilla de cerámica. Jugaba con tanta delicadeza que parecía una dama del siglo XIX, jamás rompió una. Para esa niña sus zapatitos rojos de la talla 24 eran lo más, incluso se las ponía para ir al supermercado. Poco a poco la niña fue creciendo, los zapatitos se ajustaban cada vez más hasta que un día llegó lo inevitable ya no se los pudo poner más. Comenzó a llorar, a querer ponérselos a la fuerza. Recordemos las escenas de las hermanastras de la Cenicienta intentando ponerse el zapatito de cristal y esa era la imagen dantesca del momento. Sin palabras.
La niña triste envolvió los zapatitos en papel de seda y los guardó en una cajita, esa cajita en el armario y su amor por ellos en el corazón, no le quedaba otra… Pasaron los años y de vez en cuando los sacaba, los miraba, los extrañaba… nunca más volvería a sentir lo mismo por otros zapatos, porque ellos eran sus zapatitos rojos y ¡con lacitos! eso no había que olvidarlo.
Un buen día, cuando en muchacha se convirtió iba caminando por la calle, de repente se quedó parada, mirando a través de un cristal. No se lo podía creer… eran unos tacones rojos… como brillaban !!!! Sin pensarlo más, eso tacones fueron suyos. Los llevó a casa con mucha ilusión, los saco de la caja y se los puso para vérselos frente al espejo, ¡qué maravilla!, ¡cómo lucían! Pero de repente comenzó a mirar al armario a esa vieja caja cuidada con esmero, la culpabilidad comenzó asomar su lado más feo, pero sacó valor, una sonrisa y con gran melancolía dijo: Nunca te olvidaré,
Esta niña se ha convertido en adulta y mis zapatitos rojos han salido de la caja para una sesión de fotos y los de tacon se han animado también, se han convertido en amigas, ¡Quién lo iba a decir! Son las reinas del armario.



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